Primeros auxilios para los primeros días con tu hij@ (Parte 1)


Parece que llevamos toda la vida juntos y sin embargo, el viernes apenas se cumplió un año del juicio que nos convirtió en padres. Ese momento tan deseado y a la vez tan temido que, cuando pasa, te deja respirar hondo. Porque, aunque no te has dado verdadera cuenta hasta entonces, desde el día que conociste a tu hijo/a (o incluso antes) has estado conteniendo la respiración y rezando para que todo salga bien.

Recuerdo que, los días que pasamos en Novosibirsk hasta que la sentencia fue firme y nos dejaron sacar a Sergio de la casa cuna, lo que más hicimos fue dormir. Estábamos agotados y el cuerpo, que no deja de ser sabio, nos preparaba para la segunda parte de la maratón: la adaptación.

Probablemente el instante en el que, por fin, te quedas solo con tu hijo en el apartamento o en el hotel, sea el más feliz de tu vida. Se acabaron los papeles, la administración rusa y la española, el intentar caer bien a todo el mundo para que te faciliten un poco el camino, el estar bajo la atenta mirada de las cuidadoras que se comportan como si no hubieras visto un niño en tu vida...

Pero también es un momento de estrés. Tienes que decidir qué darle de comer, cómo entretenerle, cómo enfrentar la primera rabieta o cómo conseguir que se duerma. Yo, si ir más lejos, acabé una provisión completa de Ibuprofeno de los dolores de cabeza que me provocaba la tensión de esos momento.

Es por eso que, desde mi siempre modesta opinión, porque no soy profesional de esto, os dejo, a las que tenéis por delante ir a recoger a vuestro hijos, algunos trucos que a mi me sirvieron para afrontar mejor los primeros días.

- Comida. Mi consejo es que no os compliquéis la vida y tiréis de potito. Eso sí, potito ruso. Si os acercáis a cualquier supermercado veréis que los rusos hacen unas combinaciones de alimentos en el mismo potito que a los españoles nunca se nos ocurrirían. Casi todos llevan coliflor. Y a los pekes les encantan.
Si optáis por cocinar: nada de sal y nada de aceite (introducir el aceite en las comidas a mi me llevó meses enteros con Sergio). Cocinad las cosas hervidas incluso cuando a vosotros os parezcan incomibles. Comidas que funcionan para los niños españoles ellos las odian (Por ejemplo, el tomate de los macarrones tan socorrido en nuestro país). Las sopas, hasta las de sobre, les gustan a rabiar. Y también los yogures.
El agua hay que enmascararla con algún sabor o, si no, tirar directamente de zumos. Son capaces de morirse de sed sólo por no tomar agua. Como no la han tomado nunca sola, la odian especialmente.
Ojo con las listas de alimentos que os den en las casas cuna. En la lista de Sergio había cosas que no le gustaron jamás y que, según la directora, comía habitualmente.
Con respecto a la leche, mi experiencia es que pueden pasar directamente a la leche sin mezclar con té. No os compliquéis la vida con eso.


- Dormir. Lo peor en nuestro caso. En Rusia no hubo forma de conseguir que durmiera en la cuna y, la primera noche en España, le dejamos en la cuna de su habitación y se quedó dormido sin decir ni mu.
No os comáis el tarro con poner las normas desde el principio. Por mi experiencia y la de amigas mías, el tiempo en Rusia no cuenta para nada. Ellos saben que, cuando llegas a casa es cuando se imponen las normas que van a funcionar de ahora en adelante.
Nosotros optamos por dormirlo en nuestra cama. Y aún así, mi marido o yo, teníamos que abrazarlo muy fuerte mientras el peke intentaba, con patada, manotazos y hasta mordiscos, liberarse. Al final, cuando estaba agotado se dormía.
Creo que hubiera sido más fácil de soportar todo ese estrés cada siesta y cada noche si hubiéramos sabido que era temporal y que, una vez en casa, no iba a repetirse jamás. Por eso os lo cuento.


(Continuará...)