Conciliación familiar y laboral: ¿De verdad existe?


Desde hace ya una semanas me quita el sueño saber que empieza a ser urgente encontrar un trabajo.

Para los que no lo sepáis, unos meses antes de ir a conocer a mi hijo, la empresa me despidió. Lo que para otros es una tragedia para mí fue una bendición. Llevaban meses haciéndome "mobbing" y amenazaban con no dejarme coger los días de vacaciones para viajar a conocer a mi hij@ (en ese momento aún no sabíamos qué sexo tendría).

Además, mis dos años de Paro me están permitiendo pasar los primeros meses de mi hijo en España, en casa con él. Disfrutar de cada hora del día a su lado, ayudarle a vincularse a nosotros, a acomodarse a su nueva realidad... Tanto es el placer que me proporciona esta cercanía que, sólo pensar que estamos ya en una cuenta atrás, me encoje el corazón.

Y es que no vamos a mentirnos. No he decidido quedarme en casa porque piense que él necesita estar tanto tiempo conmigo (aunque también le venga bien) sino por egoísmo. Porque he descubierto que, en contra de lo que intentan hacernos creer, la felicidad existe y no quiero perderla. Soy feliz (aunque me da miedo reconocerlo por si atrae al mal agüero) cada segundo que paso a su lado, incluso cuando yo estoy en otra habitación cocinando o recogiendo y él está en su cuarto jugando. Hasta cuando se hace "cansina" su obsesión por estar pegado a mí y tengo que regañarle para que se vaya a jugar un rato y no me persiga por la casa. Cuando veo su sonrisa. Cada mirada compartida. Cada abrazo espontáneo.

Pero la situación económica de la familia no permite que yo esté sin trabajar. Además, nunca soñé con ser ama de casa, aunque ahora estoy feliz llevando las riendas de mi hogar. Así que ya me veis aquí, desempolvando currículum y desesperándome ante las ofertas de empleo. Al menos dentro de mi profesión (soy periodista y community manager), todo son trabajos de jornada completa (hasta las 18:30 ó 19h), con montones de "potenciales" horas extra no pagadas y, en muchos casos, muy alejados de la zona donde vivo. Y... ¡qué decir de los sueldos!

Todo ello me supondría tener que dejar a Sergio a las 8 de la mañana en la guardería y recogerlo a las 19 horas. Ya sé que esa es la realidad de millones de madres en este país. Pero todo mi yo se rebela a tener que someterme a esta situación ¿Por qué tiene que ser así? Si hemos luchado como leonas por conseguir tener con nosotros a nuestros hijos, ¿va a ser el mercado laboral el que nos impida disfrutar de ellos? ¿No deberíamos poder elegir? ¿Por qué ser madre en este país está penalizado?

Se habla de conciliación laboral y familiar pero ¿existe realmente? Yo, al menos, no la encuentro.
Mientras tanto, busco una salida que pueda ayudarme. Desde intentar entrar a trabajar de cajera en Mercadona para estar cerca de casa y tener horario continuado (pero allí no me quieren porque estoy licenciada), a devanarme los sesos buscando una forma de "reciclarme" como autónoma en algún negocio que me permita trabajar por Internet u organizarme mis horarios de forma que sean más compatibles con mi hijo. Todo vale. Pero aún así sigo sin encontrar la idea feliz que me permita ganarme la vida y al mismo tiempo disfrutar lo que más quiero en la vida: mi hijo.

Por eso os pido ayuda. Quizás alguna haya vivido una situación parecida y haya dado con esa solución que ahora a mí se me escapa.

La Navidad llegó y pasó

Quiero empezar este post pidiéndos perdón a tod@s por haber estado tanto tiempo desconectada del blog, pero al ajetreo propio de estas fechas se ha añadido algún que otro contratiempo de salud familiar (ya resuelto, gracias a Dios).

Como podréis imaginar, estas fiestas han sido muy especiales para nosotros. ¡¡Quiénes de los que estáis esperando no habéis imaginado una y otra vez cómo serán las primeras Navidades con vuestr@ hij@!! Pues os puedo asegurar que son mágicas aunque no más que el día a día, que la felicidad que trae cada minuto al lado de tu hijo, las risas compartidas, los juegos o sus pequeñas victorias (como aprender a ir al water o lavarse los dientes solo).

Bien es cierto que el haber tenido a mi madre una semana en el hospital ha hecho que muchas de las "salidas" previstas no hayan podido hacerse. Pero no ha sido necesario demasiado para ver la cara de sorpresa de Sergio.

La verdad es que ha habido momentos y actitudes de nuestro hijo que, como ya se ha hecho casi habitual, nos han sorprendido tanto... Sin ir más lejos, los Reyes Magos. Apenas hizo caso a los juguetes nuevos. Él estaba feliz porque estábamos allí toda la familia junta (en total, entre abuelos, tíos, primos, tíos-abuelos y demás, unas 20 personas) haciéndole caso y jugando con él.

Todavía me impresiona esa alegría inmensa que le produce el estar rodeado de su familia extensa. Cómo valora esa presencia, el calor de un abrazo o de un beso. Me impresiona esa necesidad de recibir pero aún más lo hace su capacidad de dar amor. Lo primero parece resultado de sus primeros años en la casa cuna, sin una familia propia, pero... ¿y lo segundo? ¿Quién le ha enseñado a amar así?

Aún no logro averiguar cómo ha conseguido enterarse más o menos de todo: Papá Noel, los Reyes Magos, la cabalgata, el árbol de Navidad... Yo lo veía desde fuera y me parecía un poco agobiante tanto dato y tanta costumbre navideña nueva para él. Cada luz en la calle, cada árbol adornado eran motivo para que gritara: "Navidad". Los villancicos, los mazapanes (que se han convertido en su dulce favorito), las uvas... todo nuevo.

Pero al final no debió de pasarlo muy mal porque mientras "guardábamos la Navidad", como él decía porque estábamos quitando los adornos de casa, lo único que pedía era "más Navidad" y nos miraba con su carita triste. Pobre, no logré hacerle entender que la Navidad vuelve cada año y que todas serán especiales, como especial es cada día que pasamos juntos.